jueves, 19 de abril de 2012

Beate Klarsfeld, la pesadilla de Klaus Barbie

Por Gonzalo Díaz Díaz de Oropeza


Publicado en: La prensa. Revista Domingo. La Paz. 21 de diciembre de 2008.

Palabras clave: Beate Klarsfeld, Serge Klarsfeld, Klaus Barbie, Klaus Altmann, nazis, Bolivia, Perú, Lima, emigración, Gestapo, Lyon, SS, CDJC, UGIF, Auschwitz.


Beate Klarsfeld es una mujer que se ha hecho famosa porque junto a su esposo ha dedicado su vida a dar “caza” a personas acusadas de ser criminales de guerra. Fue ella quien evitó el sobreseimiento del proceso incoado por un grupo de víctimas del nazismo en Munich contra Klaus Barbie. Trabajando en este caso, llegó a La Paz en dos ocasiones, donde generó una gran expectativa. No en vano Barbie, habría afirmado en los años setenta que todos sus problemas empezaron cuando Klarsfeld llegó a La Paz.

En nuestro país se puede encontrar información de esta europea en dos publicaciones que abordan el tema de Klaus Barbie en Bolivia. Uno de ellos fue escrito por Gustavo Sánchez, quien capturó a Barbie, y Elizabeth Reimann denominado “Barbie en Bolivia Criminal hasta el final”, y el otro titulado “Barbie Altmann, de la GESTAPO a la CIA”, cuyo autor es Carlos Soria Galvarro que acompañó y entrevistó a Barbie durante su traslado a Europa. La información dada en este artículo está basada en ambos libros.

Beate Klarsfeld es de nacionalidad alemana y nació en 1939. Su padre fue un excombatiente berlinés que durante la Segunda Guerra Mundial luchó en las filas de la Wehrmacht. El año 1960 conoció en París a Serge Klarsfeld, cuyo padre murió en las cámaras de gas de Auschwitz, y con quien tres años después, contrajo nupcias.

La pareja se hizo famosa porque, alrededor de todo el mundo, siguió la pista a varias personas acusadas de haber cometido crímenes de guerra. Como afirman Sánchez y Reimann, el 7 de noviembre de 1968 Beate se hizo célebre cuando abofeteó al Canciller de la entonces Alemania Federal, Kurt – Georg Kiesinger en plena Sala de Congresos de Berlín Occidental. Antes de este incidente, los esposos Klarsfeld habían repartido documentación que probaba que Kiesinger había sido “director del aparato de propaganda radial de Hitler”.

El camino de los Klarsfeld se cruzó con el de Klaus Barbie cuando el director del Centro de Documentación Judía Contemporánea (CDJC) de París, les enseñó un documento que contenía información acerca de un proceso iniciado en Alemania. Según este documento, el 22 de junio de 1971 un procurador de Munich decidió archivar el caso Barbie, el mismo que fue iniciado por una “asociación de víctimas del nazismo” a mediados de la década de 1960. El argumento principal del procurador Rabl giraba en torno a que Barbie desconocía el destino de los franceses que deportaba a Polonia, donde, un gran número encontró la muerte en las cámaras de gas. Tanto Sánchez y Reimann como Soria Galvarro indican que para ese entonces, Barbie había sido condenado por un tribunal militar de Lyon, “en ausencia” a la pena capital en dos ocasiones: 1947 y 1954.

Después de encontrar una serie de documentos firmados por Barbie, la pareja elaboró un dossier de sesenta páginas que distribuyó a la prensa alemana y francesa. En este dossier se encontraba el caso de los niños Benguigui, Jacques (13), Richard (6) y Jean Claude (5), quienes fueron deportados del hogar infantil de Izieu. En Lyon, Beate logró contactar a la madre, Fortunée Benguigui, que en mayo de 1943 fue confinada a Auschwitz. Según Sánchez y Reimann, Benguigui supo que sus hijos habían muerto cuando descubrió, entre el montón de ropa que pertenecía a las víctimas de las cámaras de gas, un “pullover que ella misma” había tejido para su hijo Jacques.

Junto a Fortunée, Beate se trasladó a Munich donde, después de someterse a una huelga de hambre, fueron recibidas por el Dr. Manfred Ludolph que revisó el dossier enviado desde Francia. En una de las páginas, los Klarsfeld afirmaban que un anciano judío había oído al Dr. Raymond Geissmann, director de la Unión General de Israelitas de Francia (UGIF) durante la ocupación nazi, decir que Barbie había dicho en Lyon: “Para un judío, ser deportado o ser fusilado es la misma cosa”. Ludolph, al ver la página, afirmó que si Geissmann declaraba bajo juramento lo dicho por Barbie, reabriría el caso.

En Francia, Beate logró dar con el abogado Geissmann, y cuando entregó la declaración jurada, Ludolph le dio dos fotografías: una databa de 1943 y era de Klaus Barbie; la otra era de 1968 y había sido tomada en la ciudad de La Paz, la misma correspondía a un hombre de negocios llamado Klaus Altmann. En enero de 1972, el Instituto de Antropología y Genética Humana de la Universidad de Munich confirmó que las fotografías correspondían a la misma persona, además se añadieron nuevas pruebas que confirmaban la verdadera identidad de Altmann.

Tras la publicación de esta información en medios de todo el mundo, Altmann que se encontraba en Lima, negó ser Barbie; además declaró que fue teniente de la Wehrmacht y que no fue miembro de las SS. En esa ocasión, un ex coronel alemán declaró que Altmann y Barbie no eran la misma persona, pues conocía al verdadero Barbie, el cual residía en Egipto. Después de un interrogatorio en el Ministerio del Interior del Perú, Barbie partió rumbo a Bolivia pues la posibilidad de una solicitud de extradición era alta.

El 27 de enero de 1972, Beate llegó a Lima de donde se trasladó a La Paz. Después de estudiar los documentos traídos por Klarsfeld, el embajador de Francia en Bolivia, solicitó la extradición de Barbie. Una vez logrado esto, Beate retornó a Lima de donde partió rumbo a Europa, donde inmediatamente comenzó a preparar su retorno.

La segunda ocasión que Klarsfeld arribó a La Paz, lo hizo acompañada de Itta Halaunbrenner (68), cuyo esposo fue hallado con diecisiete balas en el cuerpo, después de ser detenido por Barbie “en persona”. El hijo de esta mujer, León (13), fue arrestado y posteriormente deportado a las minas de sal de Polonia, donde murió por agotamiento físico y desnutrición. Las hijas menores, Mina (8) y Claudine (4), al igual que los niños Benguigui, fueron deportadas del hogar de Izieu.

Después de solucionar algunos percances en Lima, el 23 de febrero Klarsfeld y Halaunbrenner arribaron al aeropuerto de El Alto. Entre los días 28 y 29 de febrero, Klarsfeld dio numerosas conferencias de prensa y también fue trasladada a dependencias de la Policía en más de una ocasión. La prensa en esos días, no sólo publicó la información dada por Klarsfeld y Halaunbrenner sino también dedicó páginas al Holocausto y los campos de exterminio.

El día que se marchaban, lunes 6 de marzo, las dos mujeres se encadenaron a una banca del Prado portando dos carteles: el de Halaunbrenner decía: “!Boliviano, escucha¡ Como madre reclamo justicia y que se juzgue a Barbie – Altmann, asesino de mi esposo y mis tres hijos”; y el de Klarsfeld: “En nombre de millones de víctimas del nazismo, que se permita la extradición de Barbie – Altmann”. Después de permanecer siete horas en la banca, ambas mujeres partieron rumbo al aeropuerto de donde se dirigirían a Lima y posteriormente a París, ciudad a la que arribaron el 9 de marzo.

Para Serge y Beate Klarsfeld, la misión trazada se había cumplido pues Klaus Altmann había sido desenmascarado. Sin embargo, también sabían que aparte de la gran cobertura de medios de comunicación lograda, en Perú y Bolivia, no conseguirían nada más ya que, como afirman Sánchez y Reimann, Barbie estaba “demasiado bien relacionado” y no debía temer peligro alguno; además entre Bolivia y Francia, no existía un tratado de extradición que permitiera el traslado de Barbie al Viejo Mundo.

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